DE QUEVEDO



Según Quevedo,
puto es el hombre que de putas fía
y puto el que sus gustos apetece
mas puta es la mía arpía con estrías
que con  odio  cada día  se menea
al monóculo y escudo con fémina porfía.

Mas ríase quien mis deseos  comprendiese
y avizore mis descalabros de alegría
cuando entre sus piernas gratis se me ofrece
el cíclope vertical de tibias heces
apoyado en el sillín del mórbido triciclo.

Putaril es la lectura de mis letras
cuanto de putillas dicen mis letrillas
por si acaso sonrieses en tus putos gélidos
babeando mujeriles pensamientos y barbillas
y es apenas lo que todo te mereces
poco más que un punto suspensivo.

Lector soez y fémina
gozad los estipendios que  prometo
al momento putaril que aquí te ofrezco
en este puto punto auténtico
y absolutamente higiénico.

AL SALIR DE LA DUCHA



                    

(Tema para el debate)


Se sobrentiende que en el saco de mis huesos
hay que tener en cuenta que todo es
puro pellejo.
Lo digo desnudo; parado en el espejo.

Sobre grandes pecas de mis hombros está mi cráneo móvil
con párpados que a profundos pozos va con sus recuentos
y vapores con sabor a nada
que son los parpadeos ya perplejo de mi perfumado espejo.

Aquí la muda abrióse sin decir que era la mía
y las disculpas tambalearon sobre densos besos.
Mis labios son muy gruesos y mi lengua impresionante.
Es capaz de lengüetear hasta la cadena nacional.

Cada labio apretando mis secretos,
dispara silentes pensamientos a plena moda
y me besa ondulando su visera rubia de bigotes.
Se me ocurre en el enjuague cada cosa.

Deja de arrugar el entrecejo que ya explico.
Ocurre que me asaltan pensamientos majestuosos
cuando sin disfraz estoy desnudo
contemplando cada curva de mi músculo fastuoso.

Lo digo parado en este espejo contemplando el cráneo denso
mi soberbia espalda y mis glúteos petulantes
como mármol para un cincelazo de Camille.
Déjame ser un poco presuntuoso. Soy así.

Está la nasal sin armonía oliendo a contraviento
muy viril y largamente inquisidora de algún pliegue
que sospecho no has contado
y que es tu cicatriz del bajo vientre que ya olí.

Atrás; la nuca ciega
y sin respuestas golpeando aún está la puerta.
Dicen que por allí pasó mi esposa, Laura, Lili y Rosa
y la maldita enfermedad de mi trabajo.

Cada oreja muerta es Cristo y padre, amortiguados.
Me vienen las difuntas con gran miedo
a escuchar lo precario del sustento
a pesar de que estoy asegurado.

Y mis grandes genitales como frutas
meditando el por qué de sus tristezas cuelgan muy espesas.
Aun están adoloridas por el largo viaje hacia Venecia
desde el Gengis Khan hasta la Persia.

Sin embargo han hecho comentarios muy extravagantes
mis fieles militantes y los perdono
pues no saben lo que duelen las esperas
en el duro banco de una línea férrea.


Mi estómago está plano como el tambor de los comanches
o el kultrun de los mapuches
y podrías darle y darle y hasta pedirle
como al bombo de los circos y no fallarte.

Desprecio el callo de los sesos.
Se hace sabio por osmosis mientras pasa el tiempo.
Para eso con el verbo hago acrobacias
dicen que mentir aplaca toda sed de fiestas patrias.

¿Y mis caninos? Están perfectos,
ordenados
 brigadieres en un desfile militar.
Mascan exactamente su alimento
tal cual dictan los modales, la muerte y sus lebreles.

Y todo el esqueleto me sostiene
más valiente que Flash Gordon
con la arquitectura de los góticos,
y la firmeza catenaria de Gaudí.

Como en las películas del cine matiné
este cuerpo portentoso tiene telarañas
con su hombre lobo y sus vampiros ebrios
legionarios todos de la Orden del Fernet.

Después de aplicar el escalpelo
en púdicos sectores de mi cuerpo
lo que ocurre más allá de ciertos versos no comento
a lo Dante o Maquiavelo fue saqueado y desplumado.

Cuidadoso estoy
de mis amables aspavientos y maneras.
Con mis dedos hundo mis pasiones y aplaco tus deseos.
En eso soy muy fino y eficiente.

Los intestinos y aparatos son complejos
con ellos no me meto. Están bajo mi cuero
y nadie sabe lo que el destino les depara
cuando estamos viejos

ni siquiera me divierten con sus muertos
pesando kilos sin saber de lo que mueren
en esos vericuetos de largas cabalgatas
o al fugaz disparo de un breve telegrama.

Prefiero al seso ausente,
la pompa petulante
y ríase la gente a carcajadas:
¡Mi larga cabellera perfumada!

Vanitas la melena desdeñada
deliberadamente vana
flameando en las esquinas por placer a lo que vuela
la sacudo avariciosa.

Lo que más quiero en este mundo es lo mejor.
Se desplaza ufana entre la gente como gran cascada
Esperando los retratos, la mirada codiciosa
y un excelso comentario por las llamaradas.

A ver si tengo suerte con mi humorada juguetona.
Parado de puntillas en el abismo de todas las baldosas
tengo un gran cuidado al ejecutar la partidura
y se me cae la toalla.

Estoy muy peinado y en pelotas
sin que se noten esas cicatrices de lirismo,
que me arranca por de pronto,
esa peineta de amargura en la página que cuento.

Si supieras lo que hago para mantener a punto este portento,
en todo su esplendor y lo que es
mi grácil cuerpo,
No adivinarías.

¡Y una vez más,
ya tengo olor a nuevo!

Por favor espera, no te vayas 
que ya llego.

CITA A CIEGAS



Señorita
con esa cara de su estampa puede que no acierte
y lo que sueño se me trice
Es una idea que me ronda desde hace algunos meses
y me convence.
Con usted padezco de amores cerebrales
Me apasiona su intelecto cuando usted me contradice
pero mucho más cuando me escribe.

A esa cara con linduras que me ha puesto en esta foto,
no le creo.
Todo en el retrato es nítido,
límpido en la imagen de ese espejo tan perfecto. Y la veo
mas no creo.
Las bellezas frías por lo general son antinaturales.

La curva dura y gruesa de sus labios opulentos,
la mirada mansedumbre de la estampa,
el silencio hermoso que aparenta lucidez
y el áspero placer de la mudez.
A todo eso
sepa usted que no le creo
pues si no, sería la mujer diez.

Mas extraño su caligrafía reclinada
frágil, perfumada con su lujo quieto
que me vibra en la mirada y que bendice
sus escritos eficaces que parecen vendavales.
Me predice el corazón con todo este alboroto
y tuérceme la tripa con sus malestares.
De su letra,
estoy enamorado hasta los huesos.

Es probable que me imagine cosas:
que tengamos diferencias abismales,
que efectivamente usted sea una diosa
seductora a todo evento
o la mujer peluda con vicios de tullida,
o que usted acuda a la cita mal vestida,
incluso hasta con el perverso mal aliento
y no se parezca en nada a la damisela de esa foto.

Es posible  señorita,
que usted ya esté comprometida
y me convenza de que soy un achacoso.
Un perfecto mamotreto.
Sería mi descargo si eludo algún encuentro
Al fin y al cabo yo padezco de pudores monacales.
No se sorprenda si yo paso de largo indiferente.

Me da mucha pena confesar la cobardía inmensa
y este miedo colegial de enamorado postulante.

©

CUANDO ME TRAGUE LA TIERRA




Cuando me trague la tierra
no me daré ni cuenta
porque estaré pa' la corneta.

Desde mi cajita feliz
mirando desde el otro lado mi brigada
sabré donde caí parado
porque a partir de allí me mantendré con dieta
y estaré muy decidido a mantener la boca quieta
en mi cortejo muy tranquilo y educado.

Mis amigos me despedirán como suelen hacerlo:
Parados en la pelota
Comanda
 el guaripola decaído
con fermentos y taninos compatriotas ex profesos.
Espero que sean como cientos los conversos
y dos con versos.

- No somos nada . . . dirá mi viejo melancólico.

- Y hasta aquí no más llegamos . . . dirá ese breve.

- Eso le tocaba hoy,  por el horóscopo . . . el supersticioso.

- Ha sido muerto por aclamación . . . era el mejor.

Es lo menos que merezco.

- ¿Alguien sabe dónde está guardada la escopeta? Dirá mi compañera.

Esta pregunta los dejará
colgando en la ampolleta.

Era imposible vivir con un genio...
Le interesaba todo sobre sí y nada sobre mí...

Serían las palabras de mi diosa del amor.

Debo decir, eso sí, honestamente
que en ella siempre estuvo mal su desempeño
para que no se haga la doliente victoriosa
Pero a otra cosa mariposa.

Es tan grande lo que viene de este afán en esta fosa
que lo más probable es que dure miles de milenios saber alguna vez;
¿qué ha sido todo esto que viví?

Mucho.
Para ser un sueño

Poco.
Para ser verdad.

Nada.
Para ser la vida.

CUMPLEAÑOS FELIZ



Pasaba por aquí vadeando
tus claraboyas, puertas y campanas
de par en par abiertas
con sus cristalerías destellando
como habitualmente ha sido tu costumbre.

Salían disparados tanto ruido y jolgorios inmediatos
que me detuve a percibir la causa de esa dispersión.
En esa noche parecía que allí adentro 
había una alborada bulliciosa
de profanos corazones y tenorios.

Tuve una corazonada. Pero lo que es corazonada.
Por sobre el ruido en desparramo
se oía complaciente esa carcajada arrebatada.
Así es que encamine mis pasos hacia el lugar
de tanta batahola en la constelación de las vidrieras.

Me fui en dirección a la estruendosa risa
que despuntaba como diana  acribillando
en las ventanas de tu nido.
Parecía de aguamieles todo ese bullicio

Era la tuya risa dulce
celebrando  y tantos años
tras la barricada en la barriada de tu casa.
Por si no sabes: Tú ametrallas.

He quedado estupefacto
por el número de presentes en aquella mascarada,
y por el regocijo de bombillas y guirnaldas
en la aguja ausente de tu cactus.
Si hasta parecían los del Arca de Noé
bajando a tierra firme
en su  desfile con  banderas de papel crepé
la muchachada.

La puerta estaba llena
al igual que las ventanas
de esplendidas siluetas de gorros y cornetas.
Juraría que en esa chimenea alguien intentaba entrar
pues apenas se veían las chancletas.

Y a pesar de ser la noche
había un sol maravilloso,
pues giraban en tu entorno
multitudes de asteroide o planetas
en esa fiesta que era tu universo.
Y las piruetas en los saludos de algunas marionetas
parecían fuegos de artificio
 que escapaban hacia el cielo diamantado.
Por supuesto,
yo no estaba en tu lista de invitados
parece que tu fiesta era secreta.

Como no he podido entrar
por tu olvido involuntario.
Te saludo desde lejos.
Tal vez mañana aún esté callada mi sonrisa
en el dintel escaso de tu mezquina casa.
Y mi abrazo solitario colgando en un alero
simulará una piñata que olvidaron
los últimos gritones de la farra
que se fueron apurados o con prisa
y no molestarán a nuestra festejada
porque seguramente estarás cansada.

Sería bueno que guardaras mi pedazo de la torta
con su vaso de agua fresca,
Habría sido el que me limpiara la garganta
después del canto de tu fiesta.

Bueno, estás muy ocupada. Ya lo veo.
Me despido y sigo caminando.
Sólo pasaba por aquí
porque era un año más o menos

de tu vida.

DÉCIMA CARACTERÍSTICA.


...Y bueno;

para vos, éste será mi currículo vitae
con la más ménsula de tus cornisas lúbricas
que son repisas de libreros
con sus callecitas que tiene ese qué sé yo
¿viste?
Unísolo me engancho en tu estrambótica
como si gustaras de mí, sutilmente,
la tímida retórica.

I
Girondiana hasta la más la ménsula de tus cornisas lúbricas
me perturbás cuando toco tus tendones
que provocan tus sonrisas estertóreas
y bajo el verso del café Tortoni
quisiera descocer sin ninguna prisa esos botones
pues sería el más fiel de tus conversos
en tus sabores rococó.
Anótese
como la principal característica
y bandera de mis recomendaciones incorpóreas.
Sería la primera.

II
Tengo sabor a menta, eso dicen
con un suave dejo de pimienta
y ecos de canela ahumada
pero es tanino intenso para quien lo advierte
Sin embargo, de mí creo que permanece la eficiencia;
soy un fiel hasta la muerte
si es que acaso me convences
y me llevás a conocer tu catedral de misa y plumas
dócilmente adoctrinado por tu labia engrupidora y estridente.
Esa sería una característica segunda. Te creería siempre.
Comuníquese.

III
Tu posición decúbito dorsal
sagrario tibio de la genuflexión
me ofusca con sus maduras redondeces,
con el acento cantadito y diestro que tiene algo de maestro
y suena incomparable
gimiendo al suave orgullo de tus sábanas albinas
o nube en pleno cielo que dios me tiene reservada
rozando la eromiel de besos cuando dices:
je t`aime mais non plus,
pues no sé cómo vos sabés
lo que me gusta lo francés dicho por tu argento 

acariciándome la pierna a la intemperie
con eyuculaciones gigantescas
si le ponés, como sabés,  polentas intestinas.
Todo indica que esta sería mi característica tercera.
Me refiero a tu vagina.
Notifíquese

IV
Y sí,...
me hacés reír
cuando equivocás esos acentos
pues tu vocabulario me hace cosquillas en los tímpanos
dientes, testículos, meníscos
me dan unas ganas inmensas gigantescas, de comerte
y penetrarte hasta la úvula gozosa de tu muerte.
Parece muy ridículo.
Todo eso me estimula excita.
Sería la cuarta sinfonía
tu cacofónico sonido emitido con tu emocionado vozarrón de orgía.
Adviértase.

V
Al lado tuyo sé que me veo muy siniestro
a pesar de que me frunces con tu boquita de Malbec
ese falso beso pequeñito y descartable
nubilando esos párpados inmensos
que se bajan cual persianas de un hotel
telúrico y burdel tan rojo como el combo primoroso
que te mandó el cachife aquel
Ese que aparenta ser orate y cultor de un mate
estudiante de teatro, pensador y engrupidor. ¡Viráte!
Lo huelo a la distancia. Sería pugilista
particular lingüística la manera de quitarte
ese gil de ojeras enfermizas.
Terminá con las angustias fronterizas. Amáme.
Sabés que estoy piantao y que me creo un estandarte;
pero flaite.
A propósito de lenguas
creo que para ti la mía es la perfecta,
la tripleta y la completa
vos no sabés lo que haría con mi lengua.
Fijáte que sería la Quinta del nervudo
y si Beethoven ya estaba sordo
yo a vos te dejo muda.
Impártase.

VI
Bajo tus párpados telúricos
me acometen deseos callejeros
pordioseros me dirás
si ellos, cual veleros del canal Madero dejaran asomar
tu mirada que me cruza como vela panda
y que me parte, que me clava a la distancia
y que me ancla
al recuerdo duro de tu piel con su fragancia
y de tu alma.
Sería capaz de decir que te amo de por vida... ¿lo creerías?
Me invade la trifulca por decirte los perversos versos
¿Viste que entiendo mucho de la rima deste arte?
Che; no soy trucho.
Soy de veras. Dale. Y por la sexta todo vale.
Convénzase.

VII
Me dirás que no contengo mis caricias en esos pelos
de tu frágil cabellera.
Serás calva cuando vieja si te beso siempre
pero esos besos en tus bezos
son mis súcubos que acalambran tus mandíbulas
cuando lanzo estos malgastados improperios
sobre esa carcajada tan ridícula que es un verso
y me acomete el deseo incontenible
de atraparte la úvula rojiza con mordiscos o pellizcos.
Empezando por cutículas y acabando en tus clavículas
¿Y a quien le importan esos pelos, esos versos
si lo único que quiero es volverte loca en besos
?
Y sería la séptima
cópula que vuelve y rima una vez más en lo ridículo.
Divúlguese.

VIII
Me cohíbe tu boquita pintada de alelí.
Tal vez manche el cuello de camisa
y altere por momentos mi reputación
pero más me aterra el moretón de tu gangocho
o el espolón de tu cafiche parado en ese poste como un simio.
Jamás sospechará que te echaría polvos infinitos
aunque fuera sólo por cumplir el ejercicio
mientras el gil ni cacha los meneos
que mantengo con todos mis babeos
confundiendo a su muchacha apoyada en la ventana
y que sostengo con bombeo mis suaves cadereos.
Sería la octava forma de abrirte al infinito

con mi experta labia sudamericana
Persuádase.

IX
Pero hablándome con tal desplante de argentina
ocurre que ni mirás el punto de mis ojos
como si ya me conocieras
para vos parece que soy la masa, público, cliente
y lo que es pior
ni siquiera advertiste mi temperatura ardiente
¿viste?
ni mis rugidos con mis promesas de creerte.
Sos maleva
por lo cual esta nueva situación no alcanzaría a la novena
ni aunque me juraras de rodillas que es la noche buena.
Pero lamentablemente sos perfecta sos divina
y sí
sigue siendo tu ranura el objeto entre mis cejas
por lo cual permanece intacta la novena forma de quererte.
Laméntese.

X
Te tomo la cintura,
seguís condescendiente.
Me sorprende, 

es pequeña, 
diminuta
me siento inmenso, invencible, poderoso, incandescente
al tomar entre mis manos la órbita perfecta de tu ombligo
y en tu boquita pintada desde el rouge barato
emerge el dicho como si besaras de costado
y ni mirás mis gestos literatos.
Una vez más,
me pides plata
me preguntás si soy rico
y te hacés la puta que acomete impune
la alegría adulterina de solitarios como yo.
Mi abrazo sigue siendo ardiente, corazón

perpetuo
y vale más que el abrazo de tus piernas depiladas
y tu lúbrico vacío,
y mucho más que las monedas malgastadas
en los sueños que se abren a la verdad sumisa
de la inocente ansiedad de amarte sin dobleces.
Te amaría para siempre.  Enmudeces.
Es poética mi propuesta incandescente. Es profética.
Y es la décima. Soy de veras.
Nada pierdes con llamarme
y sería con urgencias.
Vos creéme.

S.O.S. Andrés. Ese europeo infiel.


Los navegantes universales
se incrementaron en sus comienzos ancestrales
Eran marineros cardinales de su Puerto de Palos
Ahora recurro a las cibercatedrales de este mar global
para atracar mi bote con pedidos de consejo
a los que saben navegar desde tiempo inmemorial.

Quiero como usted, ser absoluto,
pasar a la historia en la lista de Tenorios,
se lo digo sin empachos;
soy un elegante sibarita y gozador
que cambió la espada por el notebook
y la capa estudiantina por el perfume de Rabane
que mejora mucho el look.

Pero mis rezos en todas las capillas son iguales
incluso los reitero fieramente en mi catedral mayor.
Tampoco olvido el perdón divino
en una desas, en las catedrales
Ese Tal que nos mantiene vivo, existe.
¡Anda tú a saber Andrés!
Ni te cuento cómo son mis confesiones
El perdón es una vez, ya sea por un sólo pecado
o por diez. Vivir así es lo cortés.

Pido su indulgencia querido amigo por empezar
con errores genitales, tan elementales.
Lo comprobaré cuando envejezca
metida mi cabeza entre las piernas desa piba
y me castiguen con el laxo asilo
de un anciano ya vencido en las ligas escolares
pero a pleno pecho descubierto caminaré rampante
pues al igual que usted habré ganado todos los mundiales
portando más copas y medallas que el Nelson almirante.

Petulancias adorables,...mi querido, son las mías
ante tal alternativa, yo prosigo don  Andrés
contándote mi vida.
Aunque sea lamentable ser tan dubitativo
al mirar la trayectoria deslumbrante, apabullante
 y consistente de tu vida
Esa es la generosa e intimidante perspectiva. 
No cabe otra cosa que imitarte.

El despojo afectivo prolongado me obnubila
con su demanda persistente de pensión alimenticia
y en cualquier caso depende
de cómo clave mi pupila
entre todas mis pupilas
que son apenas niñas, abiertas, sorprendidas
de mis separaciones, nulidades y divorcios
hasta que la bendita muerte me separe desa pérfida maldita
de rodillas tan ceñidas y mezquina con nosotros
los mortales, con nuestra única comida.
Sabiendo que hago clases en la escuela femenina
se me niega a dar esa pasada que todo anularía.

Toda fiebre que me duda y me conturba
genera grandiosas reflexiones
de mi feble incompetencia
Desposado estoy de la tibieza de sus abdominales
y sus rodillas son frutas de glaciales.
La suerte suya mi don Andrés, a la par de su apetencia
es que usted bucea en busca de sirenas de sin par belleza
y en el coral seduce intelectuales sin ninguna urgencia
Tiene usted su red más llena que la flota japonesa.

Caballerosa y muy gentil son mis acometidas
y me frena sorda y muda la pedagogía
a pesar de tanta urgencia de lascivia, don varón
cuando dibujo curvas en el viejo pizarrón de mi apetencia.
Es apenas la saliva
la que sonriendo me cosquilla esa doncella
riéndose allí en la fila de rodillas ideales
Es incontenible mi velluda; sin lugar a dudas.
¿Y tú; cómo lo harías?

De repente ya no soy el padre sustentable
ni el esposo fiel que jura lealtades
ni el padre de mis hijas;
apenas soy comparsa de la ciencia
de la ley de subsistencia.
Escuche  lo que digo; a causa de mis amores repentinos:
- Pero perdóneme señora esposa;
a estas alturas de mi vida sigo fiel a toda prueba
Eso es más que meritorio
y prueba manifiesta de mi viril
e inmensa consistencia en esa rama de la ciencia.
¿Qué miro para el lado ante cualquier cambio de luces?
Lo sé; ¡claro que lo sé!
esa es
prueba además de mi inocencia y no de mi impotencia.
¡Señora; Es suya la indolencia!

Yo le insisto con mi ruego;
Déjeme volver a casa, por favor
devuélvame las hijas aunque sea a cambio de tarjetas
Nunca más;  se lo prometo
divisaré esa falda joven del pupitre.
Le juro que lo mío es lo obsoleto.

Amigo;  yo le miento a ella. ¿Qué quieres que te diga?
Tal veracidad escasea en esta morada
de la débil carne que me toca
y al volver la vista atrás,
pienso inocentemente ¿cuál ha sido el lastre?
Por no hacer caso a la abstinencia
me dio con la puerta en las narices
y lo que es peor
me quitaron el saludo hasta las hijas.
Todo esto es un desastre.

Desde tiempo inmemorial y abominable
no existe verso
que a la infidelidad le calce.
,...ya no hay duda, eso es lo normal
Pero; ¿cuál es el problema?
¿Qué fue lo que hice mal?
¿Dónde estuvo el resbalón
dese movimiento tan huevón?
¿Te parece que es causa justa, su desgano?
¿O piensas como ella
que todo es culpa de mi apetencia incontenible
y que debo comportarme como anciano?

Usted lo sabe más que un dios.
Apenas soy un pequeño saltamontes
admirando a su zen sei
por lo cual recurro a usted
a la sabiduría excelsa de un experto en estas lides
menesteres y deberes.
Espero que me cuente su secreto Su Eminencia
y por qué sale siempre indemne
sin jamás pedir clemencia.

Juro y doy por cierto
que fue absolutamente lo fortuito
la infame hazaña desa piba
que no conozco
y que abrió sus piernas boca arriba.
Ahora espero su consejo experto
o aquello que merezco; su diatriba correctiva.

Le repito;
Ansío que alguien me proteja o me asesore.
Tengo amigos, como usted mi don Andrés,
que se mueren de la risa de mi inexperiencia
mas son todos ellos testigos de inocencia
porque este corazón con ADN de cigarra
será siempre el cantante adolescente
corriendo detrás de las durmientes
sea gorda, bizca, coja o flaca insatisfecha.

Es por lo demás lo que siempre hice y quise
desde el tiempo en que hacía la cimarra.
Me despido cordialmente muy de usted
Con un brindis don Andrés
 y ese elegante gesto de todo un caballero
que usted imprime  a la manera de un chapeaux.
Aunque yo no le llegue ni a la suela
que sostiene su canilla
Brindo como dije, mi zen sei,
para siempre a su salud.

LA IRA



Remece el árbol con tu ira.

Levanta tus puños contra las ramas

y arranca esos nidos vacíos con la furia.


Acaso el viento leve

sea más fuerte que tu hazaña

y más eterno.

LA BELLA DURMIENTE

Si vas a besarme dormida
que sea tu boca leve.

No perturbe tu aliento
mi sueño
ni inquiete si apenas respiro.

Si vas a besarme dormida
lee en mi frente la historia,
quién soy
quién fui
si es que importa todavía...

Bésame los ojos ciegos
que por soñar olvidan
y mírame
que si vas a besarme dormida
no me despiertes...

Si me sorprendieras 
liada a tu pecho
desatarían las nubes
mi piel y el alma desnuda
te adoraría...

27-01-07



Si he de besarte dormida,
no te despierto.
Mil hojas que caen de siglos
se posan en bezos que intento.

Ni levanto con aire profano
los velos de brisa que escondes
si no es con la luz
de mi pensamiento.

Tu sueño me habita en el día
me roba la noche
y vivo inquilino
en tu soplo encendido.

Te envuelvo
con aro de estrellas
Me envuelves
con nudos nocturnos.
Te impones.

Te beso de ayer
inmutable por siempre.
Te beso en cenizas fugaces.
En llamas eternas te beso
y te beso.

Si abrieras los ojos
que quiero, que temo
y a pesar de tu enojo,
te beso y te beso.

Y LO QUE SOY


¿Qué pude haber soñado ayer que no esté viviendo hoy,
si estoy recién y a mil
inaugurando la adultez que ya disuelve
al peligroso adolescente puro que ya era?
Es muy larga la pregunta y confusa la respuesta.

Ese imberbe que yo era ya no juega
pues no miente.
Soy el hombre solemne desde ahora. Lo prometo.
Y soy el hombre bajo las páginas del diario
Se me sale un nuevo rezo en vieja boca.
Me persigno.

Me aproximo a la lluvia desde el hombre tembloroso que ha nacido.
La lluvia es cerradura
que balancea peligrosamente mi nombre de costado
por lo tanto desde ahora
soy el hombre del candado
con sus lluvias principiantes al pie de su nuevo acantilado.
Me mareo.

Soy el hombre nuevo que ha nacido. Te repito.
Hay herrumbre, volantines,
en mis pasos aprendices con nuevos filos palpitantes
que podrían oxidarse
a pesar que soy un hombre nuevo inmaculado. Te lo juro.

Están los picaportes y tus secretos diarios que diluvias.
Hacia ellos con mis primeros pasos y sin miedo
yo también camino.
Piso con cuidado.

Soy el hombre de los ríos tristes
que no evoca y que no tiene sentido sin heridas.
Soy el hombre muy contuso. Y seré el sumiso si bien pides.
Soy torrente nuevo,
por remotas traiciones respetado
si quisieras.

Aún así;  puedo ser el hombre del desierto. Si lo quieres.
Soy el hombre aquí en la mira sentencioso que convoca. Voy a misa.
Abro un libro de poemas. Soy el sordo. Ni te miro.
Se congregan los dolores feligreses de mis astros
y no debes mirarlos con desidia. Pues te hieren..

Se me hielan las espaldas con tus dichos
que goteando están de puñaladas sin sentido.

Soy el hombre roto, te equivocas; no traiciono.
A mi cabeza desembocan esos ritos en desuso.
Siempre creo.
Me trasporto un poco más allá de tu horizonte.
Tengo miedo.

Estos torniquetes son harapos.
Yo no soy; pues me marchito. Te repito.
Hoy me duelen
y no puedo ser el hombre de la calle cuando mientes.
Porque lloro.

Soy el hombre que concurre con feroces francotiradores
pero soy el hombre manso para siempre. Te lo he dicho.
Me disculpo sin fracciones.
Sí hombre.
Sí mujer.
Soy tu confidente. No me mientas. Yo te creo.
Nunca más.

Hoy de nuevo es lunes,
Y me amontono en las primeras letras de este mes.
Me adoso desde el otro lado colindando como era mi pasado
y me atoro desde el niño como todos. Por un rato.

Soy el sibilante, indulgente y expresivo. No he partido.
Me la creo
pues me quedo.

Soy de nuevo un hombre adulto
que tose en la función de ópera con extrañas expresiones
porque al fin y al cabo
soy también un hombre culto. Tú lo sabes. Disimulo.

Tengo ese frío con tres letras que es la tos,
a punto de sufrir esas penurias económicas
y no alcanzo a ese frondoso que tú quieres
y por el cual daría la vida.  Si pudiere.

Soy el hombre pobre que te mira con vergüenza
y me rehúso ser moneda postergada en tus bolsillos.
No lo dudes. Estoy tranquilo. Me la puedo.

He visto a mucho disipado en este rito confidente
que se burla de nosotros los creyentes.
Aparte de ustedes; que se cuelan
no conozco otros seres que se crean lectores superiores
y en el cine
ya no alcanza el escenario para tanto contendiente
que aparenta y que no tiene.

Al conducirlos en esta caminata de mi vida, mis queridos;
soy el guía.
Sin mí, estáis perdidos.
Soy el hombre que los burla junto a un árbol grande.
Naturalmente estoy horrible al sugerir alguna sombra
que no entienden. Pero ella lo adivina.
Pues me cree.

Estáis furiosos y ofendidos.
Me sonrío.
Lo noto en vuestras caras de pregunta
pero las llaves de sus posibles puertas son mis llaves
y esas;
no las cedo ni aunque ordenes
Porque miento.
Como ustedes.

ESE HOMBRE




El hombre con su dios de máscaras y culpas
con los vestigios de su juventud a cuestas
sin los descendientes fatales que le dieron esa paletada
entre las arrugas que se permitió con vana ira.

El hombre con tabaco entre los dientes estuvo siempre solo.

El hombre estuvo con su patria y con sus vientos.
Sombras y cadáveres ardieron debajo de su lengua
pero estuvo siempre mudo.

Estaban sus ombligos y sus parientes ricos, pero él
con billeteras joyas y certezas
siempre estuvo lejos.

Ese hombre que dormía echado en aquel sitio de la plaza
adolorido en el bermellón de caros vinos
y que floreció tenuemente al calor de mis abrazos
estuvo siempre frío.

Ese hombre que gemía con mis besos en la frente
y que en sus pulmones tosía funerarios ataúdes
estuvo siempre en la miseria
a pesar del pergamino

Nada tiene que ver aquí el ser humano, sino ese hombre
donde el poder de su mirada parpadeante
ardía en sollozos que eran moribundos.
Allí siempre estuvo su paisaje.

Ese hombre que no sabe
ni recela de dónde nace el río que navega
estuvo siempre ciego.
En ese río que devoraba sus caídas
laureles, noticieros y jarabes
resistía corajudo.

Hoy me saluda brevemente
ese hombre
que siempre solo estuvo.

ADULTERIO


Cargado aun voy desnudo de mi amante.
Cargado aun desnudo voy naciendo ardiendo.
Hay porfiado pensamiento en cada abrazo
que en tu glorioso cuerpo al envolver yo beso.

Copiosa esposa nube
y mi desdicha de quererte
y desear el otro beso ardiente

Son dos mil lunas
los carmesíes en pezones con su furia
en las bocas de jugosas rosas crudas

Son dos las frutas y dos las que me encienden.
Una jamás roba a la otra
pero  la otra rigurosa comparece.

Poblaré a las bellas que se exponen
que con tanto fierro yo me atrevo.
Las dos sedientas beban del hambriento
y que ambas se perdonen...

MUSA


¿Me acompañas a la esquina?
Déjame invitarte a dar una vuelta
por las calles que tu más quieras
y por lo que más quieras.
Déjame invitarte a caminar
tomados de las alas
con el gancho de alfiler que son estas palabras.
Dejemos los pies en casa
y caminemos con ventaja
por tu nombre que yo nombro y repito
por mi nombre que tú sabes y repites
sobre el ruido de la orquesta de la Gala
sobre el mantel blanco del banquete
con mis zapatos de mendigo
y frente al gesto nimio de los mimos níveos.
Ángel mío sácame una foto en esta trampa
y ponme la cara que tú más quieras.
El aire está suelto de besos
y escapan huyendo a lo lejos. Sostenlos.
Quiero recordar esa imagen de tu estampa.
No quiero más soñarte
en las falaces molduras de los techos
de la ciudad vieja con su brújula perdida
ni en las calles con sus piedras del gran miedo
que son como frutas muertas
en el jardín de los guerreros.
Átame con dulzura
y con el hilo viejo de tus pretéritas costuras
al feroz vuelo de tus sueños y tus compuertas. Levántame.
Ven a sentarte riendo
sobre la lengua rizada del banco de la plaza
mira que soy el prócer de los naipes
pegado como estampilla en los vitrales de esa carta
que no llega nunca al destino de tus piernas. Ven.
Un farol desenfrenado por brillar entre tus calles
es el poema que te ilumina cuando amaso panes
porque en esa ducha soy tu testigo humedecido.
Léeme el presagio del tiempo, querida
los obituarios, los casamientos
y bésame al mismo tiempo
el mobiliario. Ya es tarde para nuevos nacimientos.
Dime que está lloviendo pero que todo lo iluminas
o que ilumino mucho
y te refresco la hora obtusa de los noticiarios
incluso cuando estás llorando entristecida.
Entremos al manicomio a mirar los simples tocinos
los sacos de trigo negro que son sus cortinas
y la tiza inútil de sus pizarras blancas con todas sus locuras.
Sécame los charcos de la pena de mi infancia,
mientras yo disuelvo tus candados
y reparto ese polen que escondes en tu universo de arenas secas.
Por una vez en la noche
temblemos
recuerda que tengo el rostro que tú más quieras
y todas las palabras del diccionario en la piel rosada de mis manos.
Leamos soeces en libros con formas de nubes depiladas
sobre todos los espejos, los fríos modales
las tumbas, los relicarios, los cesantes del vecindario
y por todos los amantes que quedaron a la vera del camino.
El zorzal que te canta y te baila en sus trinos
es para ti.
Y para mí
el animal felino de negros rizos
que a veces falta.
Todo vuelve y todo ocurre
bajo las altas grúas de Puerto Madero
Pasaremos bajo ellas como flechas
para que esas gaviotas no me ensucien
porque lo nuestro es pasar mintiendo
Soy el extranjero.
Y volvamos a estos trenes sin locomotoras
que me esperan y te llaman
a caminar la espuma gótica del apio, las alcachofas,
el hipódromo de los desposados
la desintegración del átomo con sus viriles impresoras
los rieles del pensamiento naviero en la estela de tus aguas.
Soy todo oído.
Canta por favor sin bandoneón
que en mi ciudad no hay nadie
pues leves cenizas son sus banderas
y sólo tu voz contra la muerte
llueve goteando aquí en mi peste.
Vamos a la catedral entusiasta
a beber el agua bendita de los milagros
y a salpicarnos con la pintura del patrono santo
saludemos a Sor Margarita Petunia con caligrafía de fileteadores

Hola Margarita Petunia
Comiendo mentas, melones, pepinos, tormentas
tomates cachetes inmensos, nos besaremos en la frente.
Con esas medias de nylon
tus piernas son poderosas y bravas
hasta la luna tus pasos trazan y no te cansas.
Ya sé que hasta donde tú quisieras me alcanzarían esas larvas.
Yo creo que esto es como amarse con ardor
en los paseos públicos y con los bellos púdicos
con gran delicadeza
con extrema erudición.
El aire con sus parábolas y sus litúrgicos cohetes
y sus ampollas en pelotas
son los submúltiplos sueños en lo que me resta de la vida
Yo
no más quisiera amarte
y darle un poco de maní a esos monos de Sumatra, linda
y palomitas de maíz a cada diente mío.
Montados sobre el negro alazán del carrusel
girando en nuestra órbita excluyente
seríamos Capuletos o Montescos.
En una de esas
quien lo sabe
terminamos abrazados con certezas
y estridentes; gigantescos.


Te amaría hasta la muerte.

CANNON OCCIDENTAL



(Poema experimental e interminable a causa del Cannon Occidental* de Harold Bloom)

A.-La GueRRa
Iba con neblina en mi boca de siglos
disolviéndome en la ebriedad de la canción nacional,
la respetada de remotas naciones
y la duda de mi patria casera
duda de luto
por unos minutos, yo diría, suprema.
Tan oscuros que son lo inicios aguerridos. ¿No es cierto?

Humanos transitan por mi cuerpo y traspasan mi frontera tan divina.
Van morales, temerosos; van honestos. Diría Gulliver.
Detractores; Gorbachov. Gusanos; el Fidel. Humanoides; el Toribio.
El arte con discípulos tan granados, soberbios, belicosos
conversos del poema con sus viajes y aventuras
con sus desvelos nobles por la literatura
es la causa de mis preocupaciones
nunca a dominio extranjero sometida
ni por tres putos puntos suspensivos.
Sí, huevón; ni la cacofonía me detiene. Reclámale al Vallejo ese.
Es mi discurso aquí en Laputa Queloparió.*
¿Alguna otra opinión?

Fiesta universal a puertas cerradas que los peces, multiplica
son los devaneos imperecederos de mi toxicidad gramatical
Bailan destrozados todos los guerreros
con sus plumas y tinteros, versados y toreros
¡Aviadores! ¡Soldados! ¡Sudacas! ¡Marineros!
¡Esto es la guerra en las ciudades, escritores!

Sí; Señoras y señores.
Todos somos bombas a punto de estallar en versos
Acorazados, tanques, submarinos, detectores,
Algunos pueden ser los portaviones, delatores
Pueden ser y no ser, poetas.
¡En plena guerra; ésta sí que es guerra mi alma!

La crítica avanza demoliendo con su inmensa erudición
cada texto que se sale del libreto
o el punto y coma que vulneró la coma.
Mediatiza en prosas digitales 

reclamando un territorio de laureles,
para la raza de
autores elegidos al Parnaso.

¡OH, matador!, ¡mi matador!
¡Harold Bloom! * Grita desmedido mi marino alternativo
Adiós mi novio de todas las novias dolidas, condolidas y trofeos.
Adiós mis putas tristes editoriales sudamericanas.
Mis HER -manos y vecinos luminosos, pónganse de pie. Aplaudan.
Ese hombre sí que sabe.
Supliquen la atómica que purifica y pule nuestra calva
La que necesitamos para redimir nuestro lenguaje
Urgente es el llamado de las letras. Vomiten.
¡Por favor; salpiquen!
Es todo lo que sueña el Tercer Mundo de las letras*.

B.- EL ReCLuTaMieNTo
Un olor de baño innominable
saca el sable
y me lo introduce por las narices
sofisticadamente,
formidable con su filos de cultura occidental.
Ese que recluta mancebos y novicios o novillos
machos, blancos, anglos,
es un elegido dice.
Me he tendido sorprendido. De hinojos le he creído
a sus premios, dictados y cursillos he asistido
Por dios
a mi degüello liliputienses y colegas
Les santiguo la hecatombe, estamos puro hueveando;*
la minúscula inmolación coge a su propia leva
en la chusma infame y literata.
¡Somos todos ignorantes amarrando a tal gigante!

C.- La BeNDiCióN
Pero es la bendición mon señor
que no es la puta paz, mi novillada, propiamente
y viene desnuda, de liga, talcos y aromas tan dulzones
humorada,
que me sulivera los mágicos cojones
la retórica poética con sus crucifixiones.
Duermen codo a codo mis gorriones
los sudacas tienen fé en todos sus romances
a pesar del artero embate de las bibliotecarias europeas.

Y así es la guerra del que escribe y se la cree.
Y mientras tanto Pablo Padre*, pinta TÚ la paz albina
en mis palmas del Hemisferio Sur andino
que no por rojas son más vivas.

Y a los premiados en sus medallas, bendice como siempre
que de uno y otro lado irán tus garabatos rudos
mecanografiados como un coro celestial ausente
a la canción desesperada del terciario mundo.

D.- De FRaNCo
Se me acerca la venganza de caderas blandas
y me deglute
me Hiroshima
Y me acaricia con dinero, semen y pasteles.
Y le sonrío kamikase a lo Gabriela*
Mas me arrepiento, colateralmente por supuesto
en un recuerdo de la mujer que tanto quiero
la cual no es La Virgen María precisamente.


Le hago un verso.


Tiene ella la trinchera alguna
donde el miedo mío acuna
El miedo;
el miedo de que la guerra acabe
y nadie avise o sepa o vea. Ese miedo, oye; desespera.
No te espero; me lo dice y se me va
Se va cruzando el charco grande.
La veo América tendida y siniestrada
en brazos de un sátiro oscuro sin reputación
dando histéricos saltitos
chupando vientres y en sus cueros, el virus ecuménico*
Con su propio cáncer cérvico uterino
le hago un verso.

E.- La ORaCióN
Lector noble que vives soterrado
por debajo de la puerta
escuchando mis pequeñas explosiones y majaderos holocaustos
me confieso pecador.

Yo plagio.

Sigue tú rezando cauto
que yo caucásico
anudo al casto.
Anúdate los sesos,
la víscera, la masa, las papilas gustativas,
de la patria literaria toda
¿Qué te crees tú?
¿Que la patria literaria es una?

Soy un crédulo.

F.- A la guerra
Es la guerra
y la estoy perdiendo.

Sangre por sangre
hombre por hombre
y letra por letra
es la madre de la guerra
con otro patético poema
por este mísero poema.

(Noviembre; en plena ebriedad. Blue Ship. Valparaíso)

Rodar, rodar rodando


Rodar como si traspasara amanecer y amanecer
es lo que hago habitualmente los domingos
No sé si sabes lo que es cruzar de una luz a otra
como si fueras el parachoque blando de una hoja
o lo que es ser
la última herida de un ángel respirando todavía.

Pedaleando rayos entre músculos de una bicicleta
y haciendo el quite a las sombras de los árboles
a los martillazos del maldito corazón que viaja con nosotros
en los que soy urbano y soberano.
Lo digo por lo vasto por lo hondo por lo inmenso
que es el rumbo tomado en esta ruta.
No sé
si sabes.

Rodar rodar como si la vida fuera ruta con el miedo nuestro
entre esquivos remolinos y la armonía breve de las ruedas
en la precaria filigrana de este pedaleo, es lo correcto.
Allí donde nunca el recorrido es suficiente
para huir de lo que sobra en la memoria
y poder cicatrizar.

Rodar rodar por lo doméstico y en lo perpetuo
es lo que vale en el pasto de la berma
en la fugitiva y triste letanía del jadeo
en lo impredecible del aire en una rueda
y en el freno de la duda que sostienes
en la punta de tus dedos.
No sé si sabes
lo que vale.

Ruedan esos miedos ruedan
junto al viaje averno que se cruza en el camino
y para ese caso que acontece me sostengo
del manubrio a gran velocidad volando me flameo.
Recomiendo el equilibrio. Yo sé
que sí sabes.

Pero antes que volar
rodar es lo perfecto.
Controlar el destino de los días, de lo incierto
como siento el silbo de la brisa que tú sientes
es mejor que ese miedo suspensivo
en la mirada rutinaria del silencio fino
que sucede.

Rodar María rodar.
No sabes tú lo que es llorar llorar rodando
lo hermoso que es.

NN


Alada está la muerte en plena recta
y lamiendo le miento zigzagueando.

Al calendario asfalto le hablo en lo concreto
y en idioma de giros circulo entre los rizos
pero el rumbo hacia el ocaso es lo directo.

Al viento acudo  y me postulo.
Me duermo en la línea del medio dignamente
pasando y apuntando.

El astro titila en su punto más lejano
cuando el anillo de aquel dedo se me sale.
Y al mirar el rocío de mi sangre
la profunda herida se me olvida.

No hay caso.
Es la hora que me toca en esta ruta cercenando
en pleno ocaso.

JULIO RUBEN CARCAMO ALVAREZ

No tengo miedo padre. Te lo juro.

No tengo miedo a la furia que me abraza
ni a la paz que ya te agita.

No tengo miedo
ni a tu nombre que rozó la punta de mis dedos
en el muro de cipreses testarudos
cuando yo era sólo un niño..

No le tengo miedo padre
a la pisada en tu gravilla
ni a esa larga caminata que me invitas.

Son los pájaros posados en el frío
viejas lágrimas cayendo a cielo abierto.
¿Quien podría tener miedo
a lo que fue sólo un capullo?

Son los vientos y la lluvia
catedral antigua con viejos aposentos
y que abandonaste como barco deshuesado
en mi playa de recuerdos.

No tengo miedo padre,
te lo juro,
ni cuando vengas frente a frente
a mirar el reflejo de tu espejo

RAQUEL EDITH BOURGADE OLIVARES


 Cuando te busco madre en la tatuada estela de la vida
no se me viene decir semillas y raíces, ni la tierra
Se
me viene la elegancia de la brisa
y tus lecciones de modales y maneras.

No puedo más que recordar la modulación en el lenguaje
la cena preparada en sus manteles de almidón
las servilletas con argollas impecables, la sopera
y la panera de vidrio y plata.

Soy el hijo que recuerda a la recién casada
jugando en el hogar que se le viene
sin saber que hay un fin en la jornada
de cualquier amor de sueño y magia.

Estoy encaramado en el olmo alto del patio grande
y sobre el techo de la casa humea esa larga chimenea.
Sé que estás puliendo los esmaltes de la estufa
y rizando tu azabache donde más ondea.

Cuando te busco madre
no vienen los sudores con sus panes ni la tierra
si no el pan cortado a lo francés
y los codos fuera de la mesa s’il vous plait.

Los cubiertos bostezando con esmoquin
son la formación de una escuadra marinera
mientras pintas tus labios rojos de rubí
en las cristalerías pulcras del buffet.

Mi padre viene a buscarte en su automóvil
con asientos de suaves terciopelos.
Te despides como nube en tu abrigo de leopardo
y tu perfume agoniza en la mampara.

A mi padre le queda muy bien ese sombrero
con su bufanda de seda blanca.
A ti; los prendedores con sus perlas
y tu lozana risa clara.

En casa sólo queda el frío brillo de las tablas
y el fieltro del felpudo con el perro mudo.

Existo escondido en la leñera
con su olor de quebrado aserradero,
las cortezas que me muestran sus arrugas
y la ruma de los troncos ordenados en hileras.

Está la casa pulcra hasta los cielos
que destellan en el aire con gráciles dibujos
y se mueven cojos
en el paisaje empapelado de los muros.

Vuelan garzas sobre japonesas arboledas
a la despensa con guindas y frutillas
navegando con su aroma
donde ordenas los tarros de conservas.

Está el jardín antártico llamando a que le roben
los botánicos y esféricos matices de bodega
¿Quién podrá olvidar las consecuencias?

Cuando te busco madre
se me abre el mundo
repleto con tus viajes,
tus baúles y maletas.

Corro en los camarotes de aquel buque
para alcanzar el motor de la distancia
y me quedo de corbata en el muelle cabizbajo
con tu pañuelo blanco en mi bolsillo inmenso
a la medida de mi infancia.

Eso explicaría el horizonte
cuando reina mi silencio.

Tus letras son hermosas y redondas
y me gustan más tus amplias iniciales
que intento duplicar en la carta blanca de mi patio
cuando nieva,
aunque no entienda.

Y tu caligrafía abraza generosa
la curva de las nubes
que son nubes
de tus viajes y encomiendas.

No hay sentimiento más grande de alegría
que una madre que regresa
con sus olores extranjeros
y el crujiente celofán con sus carcajadas de regalo.

Es cuando te encuentro madre
en el dorado borde de mi plato solitario
en la ropa muda del ropero
y en el nudo exacto del zapato.

Tus amigas parlotean hilarantes.
Se prueban tus vestidos con las páginas sociales
Quisiera morder esas rodillas
donde adivino el témpano y el frío
de todos sus dominios.

Pero mañana cumplo años
así dice la etiqueta
y deben remojar con ron esos bizcochos
para mi blanca torta de galletas.

Hoy miro la foto de la mesa
y eran sólo cuatro velas,
mi peinado primoroso y mi bonete.
Y yo sabía más que tú de calaveras.

Allí está mi primer auto de regalo
con sus cromadas ruedas para el viaje
y el destino estoico de mi firme itinerario
programado para lejanos aeroplanos.

Así fue como amé con inmensa devoción
mi primer vuelo como navegante solitario.
Multipliqué mis recorridos y a donde fui
siempre me llamaste pero no pudiste ubicarme.

Cuando te busco madre
en los ajados pliegues de algún mapa
pasa tu ángel de brújula,  bitácora
que apunta como siempre a tus latidos.

Fíjate que es la primera vez que pienso en ti
y no se me llenan de preguntas los vacíos,
pues al fin pude encontrarte en esta ruta.
Y fue a partir del hijo más distante.

MARINA CARCAMO ALVAREZ


Déjame dar un gris
al pasto que el viento curva,
tocar tus velas de nieves mansas
porque me limpia.

Cede  al camino torcer los siglos.
A la gris hora de frescas piedras
son nubes pandas las viejas sombras
planeta y texto los hijos pulcros.

Cae en deleite
de alados trazos tu vuelo triste
Pero es tu risa bajo tus ojos
lavando atenta mis cicatrices.

Para Marina los huesos míos
cruzan sin vela los hemisferios
en barcos muertos de mares quietos
flotando aguas del bautisterio.

Enhiesto al viento que todo curva
sobre el paisaje avaro van mis raíces,
el duro  faro de mis hogares
y mi ruta marina bajo tu amparo.

Me lavas  siempre
Virgen lozana de nuestra sangre .