LA PAULETTE



Hay una batalla en esa voz
que me hiere con su esquirla fónica
y mi fondo que me tiembla
pierde exhausto mi  silencio y mi sordera
cuando esa bala que sustentas
es la nota ronca de tus cuerdas
perforando impunemente el pecho.

Cómo quisiera que  tus notas
destrozaran la pianola de ese bar antiguo
haciendo  de mis cantos pentagrama y rezo.

Cómo quisiera que tus labios 
se elevaran  de mi estrofa enfurecidos
como si yo fuera sumiso esclavo de tus besos.

Cántame desde esos aires arbotantes
invasiones, miedos, genocidios
o algún trueno carnal que espero
de tus notas altas.

Has de saber,
ahora te lo digo;
en la catedral sonora de tu pecho
se acunaría mi estribillo quieto.

¿Qué puedo hacer
contra el estruendo de tu canto
si aún está naciendo la dulzura de mis tímpanos?

¿Y qué puedo hacer apenas mudo
cuando escucho  y tarareas
la sustancia de tus risas tan letales?

Hay mucho ensueño en las clases de tal música.
y un gran recelo en tus baladas roncas
que en el pizarrón del alma me suceden.

Hay demasiadas verdades que musitas
en el cálido septiembre  que padezco
cuando soy la vieja voz de oscuro que te canta.

Recién hoy
me he dado cuenta lo que soy :
canción de cuna
en ese himno pletórico de orfeones.