PATRICIA


Vino blanco del valle con sus trigos
y su resplandor dorado
es Patricia marital y adobe
en los muros de la iglesia
azotando sus cabellos rubios
al vigor de los membrillos.

Y sus pechos casi nuevos
son la fracción del pan temprano
o la torta rutilante de los higos.

Sus rayos luminosos me fragmentan
como el oro de monedas
en las manos huecas de un mendigo.

Detona su franca risotada
que devoro en pleno Enero
cuando escapa saltarina
y evasiva
o
imposible
como siempre.

Y regresa
a mirar lo que me rompe adentro.