(De un poema de Fatamorgana)
Me dices:
“Que lo sepa.
No hay permiso.”
¿Cómo ser breve
para una historia
de cuyas hojas
aún no termina la caída?
Pues que lo sepan;
los aullidos de
los perros del averno
se resisten a
tal profanación.
Cerca de tu voz que no milita
otros perros
siguen sueltos
esperando el
llamado de su muerto.
Pero no confundas
esos vientos.
Esta vez son ladridos
de la Bestia los
que gritan.
Se resiste.
Que
lo sepa:
no
hay permiso.
Y
si no entiende
se
lo explico:
ni
perdón ni olvido. ©