EL PERFUME QUE GUARDA LA MEMORIA



Este perfume que guarda la memoria
de anaqueles, magdalenas y almanaques
es la profunda piel de tu fragancia,
que no me dice días a estas horas de la tarde
y me consume bien.


Se muere, levitando horas numerosas,
el perfume que penetra de tu piel recién

Párpado que cae
y que al mismo tiempo se disipa:
el momento inmune de perfume

Y son aguas con oportuno cromosoma
las que corroen y desvelan
con su vieja esencia cuando pido la palabra
Magdalena .

Acordarme puedo de tus manos pulcras
que brotan por la manga corta.
Se arremangan hasta el codo
los brazos delicados que se asoman
que preguntan apoyados
y en la cadera impune se desploman

Levantas una pierna diestra sobre mi ceja centinela
al lanzar el tejo por ganar a la rayuela
y yo curioso por adivinar tu carne de muñeca 
Magdalena.

Eras
loca en tu carrera
orientando casi siempre tu felino
hacia mis garras y colmillos tu suspiro
al abrir tus piernas en todo el ancho del tizado
y al cruzarlas con un solo suspiro.

De la panadera prolongando el corazón infante
hasta la pasión contradictoria anciana
era el resudor acristalado de tu frente 
el bello alado correteando hacia el bautismo sin escape
lo que para mí sería desde entonces vieja historia
y tu legado:
el perfume
que guarda mi memoria.