La Tintorera


Allí está  la mortuoria tintorera
acodada en el mesón
consumiendo su barquillo.

Cayó una gota
de la crema
sobre uno,
exacto
de sus pechos blancos.

Cogió la gota
de su inmenso seno
con  un dedo
formidable,  níveo, endurecido.
Tieso hacia su boca roja
y que en la lengua carnicera se desliza obsceno.

Entre labios gordos
y apretados para el beso
que se juntan
fieros
gira el dedo
y emerge
de la pasta congelada
despojado.

Gorda
dame un beso apasionado
y devórame
la piel del pecho entumecida
y de la avidez,
me queden sólo huesos.